La gestión ESG (ambiental, social y de gobernanza por sus siglas en inglés) se ha convertido en el motor de los modelos económicos para la transición ecológica y la recuperación económica.
A pesar del ya prolongado en el tiempo impacto de la pandemia, continúa en ascenso la actividad en torno a la sostenibilidad en todas sus vertientes:-
- Cada vez son más las empresas que reportan sus índices en sostenibilidad.
- Las grandes marcas no dejan de sacar productos sostenibles; saben que esto mejora su imagen y que cada vez más clientes se fijan en los valores de la marca antes de comprar. Según un estudio realizado por SAP y Qualtrics, el 46% de los españoles afirma que escogería una marca que fuera reconocida por ser sostenible y el 48% considera muy importante el suministro de alimentos sostenibles. Por otro lado, casi dos tercios de los clientes están dispuestos a pagar más a una empresa que consideran socialmente responsable, según un estudio de KPMG Internacional que analiza los principales factores que impulsan la experiencia de cliente a nivel global.
- Continuo incremento de la legislación y normativa aplicable.
Esto implica que, más pronto que tarde, deberemos incorporar la gestión ESG en nuestra organización como una palanca de transformación de la misma.
Para llevar a cabo esta gestión no hay que olvidar algunos aspectos relevantes:-
- La gestión ESG se construye desde el nivel estratégico hasta el operativo. Es la forma de obtener resultados.
- En el caso de muchas empresas, especialmente las industriales, es prioritario desarrollar una estrategia desde el punto de vista de la circularidad, gestionando plazos y recursos. Si no, algunas empresas se verán abocadas al cierre.
- Incorporar los factores ESG en todas las fases del proceso. Desarrollar contenidos, no sólo las formas. No se puede subestimar a los clientes e inversores. Si algo no concuerda en el mensaje, se darán cuenta. Recuperar la confianza de un cliente, un consumidor o un usuario a veces cuesta demasiado o es imposible. Por tanto, hay que huir del greenwashing, o lavado de imagen sostenible y ser coherentes con la estrategia de sostenibilidad. Una de las principales preocupaciones de los inversores es detectar inversiones greenwashing.
- Capacitación en materia ESG: Es una variable más que hay que incorporar al inventario de talento de las organizaciones.
- Apostar por la innovación sostenible: hay algunos procesos y actividades para los que, a día de hoy, no se dispone de soluciones que den respuesta a los objetivos de descarbonización.
- Incorporar a la cadena de suministro en los compromisos ESG. Uno de los temas más complejos dada la falta de control sobre el reporte de información y la capacidad de actuación en cuestiones tan relevantes como la huella de carbono de los proveedores.
- No considerar independientes los factores ambientales y sociales. La UE es consciente de ello y así lo está reflejando en la taxonomía social que se incorporará al plan de finanzas sostenibles. Además, la dimensión social adquiere un peso importante en las inversiones sostenibles, debido en gran parte a la crisis económica derivada por la pandemia del Covid-19.